El desconcertante vínculo entre la formación estelar y la emisión de radio en las galaxias
Para comprender la formación y evolución de galaxias como nuestra Vía Láctea, es de particular importancia conocer la cantidad de estrellas recién formadas tanto en las galaxias cercanas como en las lejanas. Para ello, los astrónomos suelen utilizar un vínculo entre la radiación infrarroja y la radioeléctrica de las galaxias, que ya se descubrió hace 50 años: la radiación energética de estrellas jóvenes y masivas que se forman en las regiones más densas de las galaxias es absorbida por las nubes de polvo circundantes y reemitida como radiación infrarroja de baja energía. Eventualmente, cuando se agota su suministro de combustible, estas estrellas masivas explotan como supernovas al final de sus vidas. En esta explosión, la envoltura estelar exterior es expulsada al medio ambiente, lo que acelera unas pocas partículas del medio interestelar a muy altas energías, dando lugar a los llamados rayos cósmicos. En el campo magnético de la galaxia, estas partículas rápidas, que viajan casi a la velocidad de la luz, emiten radiación de radio de muy baja energía con una longitud de onda de unos pocos centímetros a metros. A través de esta cadena de procesos, las estrellas en formación, la radiación infrarroja y la radiación de radio de las galaxias están estrechamente vinculadas.
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