¿Debería la NASA volver a la Luna o ir directamente a Marte? ¿Mantener su foco en la ciencia climática o alejarse de ella?
El segundo mandato del presidente electo Donald Trump, junto con el director ejecutivo de SpaceX y nuevo consejero Elon Musk, podría marcar un gran cambio para el programa espacial estadounidense.
El dúo de multimillonarios descarados comparte un don para la disrupción y un hambre de hacer historia, cualidades hechas a medida para la exploración espacial.
En resumen, «va a ser un viaje salvaje», dijo George Nield, presidente de Commercial Space Technologies, un grupo de consultoría para la industria espacial privada. «La gente se está apretando el cinturón y esperando lo mejor».
La fascinación de Trump por el espacio no es nada nuevo.
En su primer mandato, creó la famosa Fuerza Espacial y revivió el Consejo Nacional del Espacio, presidido por el vicepresidente.
Más notablemente, lanzó el programa Artemis, con el objetivo de llevar a los estadounidenses a la Luna a finales de esta década como un trampolín hacia Marte. Sin embargo, incluso entonces, era escéptico sobre la necesidad de la Luna.
«Queremos llegar a Marte antes de que termine mi mandato», declaró durante la campaña de 2024, un ambicioso objetivo que Musk ha defendido durante mucho tiempo.
«Hay una buena posibilidad de que veamos al menos una revisión del programa Artemis, ya sea que eso signifique acelerarlo o incluso saltarse la Luna para centrarse en Marte», dijo Nield, un ex funcionario de alto rango de la FAA.
Tal cambio sería sísmico para un programa que se proyecta que costará más de 90 mil millones de dólares.
La tripulación de Artemis 2 está lista para volar por la Luna en septiembre de 2025, por primera vez desde el Apolo.
Los planes de China también podrían moderar cualquier cambio.
Pekín tiene la mira puesta en el polo sur lunar, el mismo objetivo de Artemis, y es poco probable que Trump permita que China plante su bandera allí sin oposición.
¿Interés personal?
Luego está la cuestión de qué cohete impulsará estas misiones.
El recién certificado Sistema de Lanzamiento Espacial (SLS) de la NASA ha enfrentado duras críticas, especialmente de Musk, por ser exorbitantemente caro debido a su falta de reutilización. En contraste, el prototipo Starship de SpaceX, diseñado para ser completamente reutilizable, ha deslumbrado con su potencial para revolucionar los vuelos espaciales.
Trump elogió a Starship durante su discurso de victoria electoral, destacando la hazaña de SpaceX de atrapar la etapa de refuerzo del cohete con los brazos gigantes en forma de «palillos» de su torre de lanzamiento. ¿Podría Starship reemplazar a SLS? Muchos en el sector espacial piensan que debería hacerlo.
Pero la creciente influencia de Musk genera inquietud.
Después de haber invertido decenas de millones en la campaña de Trump, ahora está listo para presidir un organismo encargado de recortar la burocracia y mejorar la «eficiencia gubernamental», incluso en las agencias que supervisan a SpaceX.
Los críticos temen que Musk pueda utilizar su papel para modificar las normas medioambientales (que desde hace tiempo han sido un punto de fricción para los lanzamientos de Starship de su empresa) o influir en la adjudicación de contratos de la NASA y el Pentágono.
SpaceX ya disfruta de lucrativos acuerdos para transportar astronautas a la ISS, lanzar satélites de defensa y proporcionar Internet a través de su red de constelaciones Starlink.
La misión de Musk es «ofrecer asesoramiento y orientación desde fuera del gobierno», dijo Trump, una frase que Kathleen Clark, profesora de derecho de la Universidad de Washington en St. Louis, considera preocupante.
Ella sugiere que la elección de palabras busca difuminar las líneas sobre lo que constituye dentro y fuera del gobierno, «y así evitar la aplicación de las normas sobre conflictos de intereses».
Nuevo jefe de la NASA
La comisión de Musk también podría recomendar reducir la extensa red de diez centros de la NASA en todo el país, una idea perenne que a menudo frustran los senadores ansiosos por proteger los empleos locales.
«Esa es probablemente una buena idea», dijo Nield, aunque podría provocar una feroz resistencia.
Y si el espacio ha sido políticamente neutral durante mucho tiempo, la participación de Elon Musk podría provocar una protesta de los demócratas.
El presidente saliente Joe Biden elevó el cambio climático como una prioridad de la NASA como nunca antes.
Bajo el primer mandato de Trump, la NASA recortó programas como el Sistema de Monitoreo de Carbono (CMS) y el satélite Plankton, Aerosol, Cloud, Ocean Ecosystem (PACE) -ambos luego revividos- y restó importancia al cambio climático en los documentos de estrategia.
Las pistas sobre la dirección de Trump surgirán con su elección para el administrador de la NASA. Su primera elección, Jim Bridenstine, era un leal en el Congreso.
Con información de Phys.org
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