Se ha pensado que la tectónica de placas fue un factor significativo en la formación de nuestro planeta y la evolución de la vida. Marte y Venus no experimentan tales movimientos de placas de la corteza, pero las diferencias entre los mundos son evidentes.
La exploración de exoplanetas también revela muchos entornos variados. Muchos de estos nuevos mundos alienígenas parecen tener un calentamiento interno significativo y, por lo tanto, también carecen de movimientos de placas. En cambio, un nuevo estudio revela que es más probable que estas «Tierras Ignan» tengan tubos de calor que canalicen el magma hacia la superficie. El resultado probable es una temperatura superficial similar a la de la Tierra en su período más cálido, cuando comenzó a formarse agua líquida.
La tectónica de placas explica el movimiento y la interacción de las capas superiores de la Tierra. Más exactamente, la litosfera, que está compuesta por la corteza y la capa superior del manto. Está dividida en una serie de piezas conocidas como placas tectónicas, que flotan sobre la capa semifluida inferior, llamada astenosfera. Donde las placas se encuentran, se forman características geológicas, incluidas montañas, volcanes y fosas.
El proceso ha sido un factor crucial en la evolución de la vida en nuestro planeta. El desplazamiento de las masas terrestres ha creado nuevos hábitats y ha provocado que las poblaciones se aíslen, lo que ha permitido la formación de ecosistemas individuales.
Las colisiones de placas dieron lugar al desarrollo de cadenas montañosas, que influyeron en los patrones meteorológicos y el clima. La actividad volcánica impulsada por el movimiento de las placas hizo que los suelos se volvieran fértiles, la vida vegetal floreciera y la liberación de gases como el dióxido de carbono a la atmósfera, lo que ayudó al planeta a regular su clima. Realmente ha sido un proceso crucial en la evolución de nuestro planeta.

En algunos aspectos, el proceso también impide que el entorno interno de un planeta se sobrecaliente. Existe una línea de pensamiento que sostiene que si la Tierra no tuviera ese movimiento de placas, entonces podría hacer demasiado calor internamente para que se desarrolle un entorno estable. Este fue el tema de un artículo de Matthew Reinhold y Laura Schaefer que se publicó en el Journal of Geophysical Research: Planets.
Exploraron la probabilidad de que un mundo así pudiera tener tanto calentamiento interno que se parecería a cuerpos como la luna de Júpiter, Ío. Aquí, vemos niveles intensos de vulcanismo donde la lava brota violentamente a cientos de kilómetros de la atmósfera, que está llena de gases tóxicos.
No es solo la falta de tectónica de placas lo que puede provocar altos niveles de calentamiento interno. Los efectos de las mareas pueden hacer que los mundos tengan una cara que apunte constantemente al sol, lo que da lugar a una amplia gama de temperaturas superficiales.
En conjunto, estos mundos se conocen informalmente como Tierras de Ignan, y el artículo explora si son habitables. Explorar la geología de los cuerpos de nuestro sistema solar proporciona una gran perspectiva. El equipo demostró que es probable que los mundos con altas temperaturas internas desarrollen un manto sólido. La corteza permanecerá en gran medida estable como resultado, y la única actividad probable será la tectónica de tubos de calor, donde parte del calor interno se transfiere a la superficie; por ejemplo, a partir de la actividad volcánica.
El equipo pudo modelar el rango probable de temperatura de la superficie basándose en varios tipos diferentes de mundos y descubrió que, contrariamente a las expectativas previas, un amplio rango de tasas de calentamiento interno bien podría conducir a mundos donde el ambiente sea propicio para la habitabilidad.
Con información de Journal of Geophysical Research
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