Desde la década de 1950, la humanidad ha buscado vida extraterrestre con herramientas cada vez más sofisticadas. Pero tras décadas de sondas espaciales, análisis de meteoritos, radiotelescopios e investigaciones de ovnis, ¿qué hemos encontrado realmente? Un nuevo análisis realizado por un equipo dirigido por Seyed Sina Seyedpour Layalestani, de la Universidad Islámica Azad de Irán, ha analizado la evidencia más convincente hasta la fecha: rocas espaciales antiguas que cayeron a la Tierra con los componentes básicos de la vida. El artículo se publica en la Revista Internacional de Astrobiología.
El meteorito Murchison, que se estrelló en Australia en 1969, es 7 mil millones de años más antiguo que nuestro sistema solar. Análisis recientes revelaron algo extraordinario: las cinco nucleobases que forman el ADN y el ARN (adenina, guanina, timina, citosina y uracilo) estaban presentes en esta antigua roca. Estas moléculas, cuyo origen extraterrestre se ha confirmado, desafían fundamentalmente la suposición de que los componentes de la vida se formaron exclusivamente en la Tierra.

El meteorito Orgueil, que explotó sobre Francia en 1864, cuenta una historia similar. Esta roca carbonácea no solo contiene aminoácidos como la glicina y la alanina, sino también estructuras que se asemejan a microfósiles, diminutas formas similares a las bacterias magnetotácticas presentes en los océanos terrestres. Si bien los científicos inicialmente las descartaron como contaminación o formaciones minerales, estudios recientes han confirmado su origen extraterrestre.
Las sondas espaciales han ampliado la búsqueda más allá de los meteoritos. Los exploradores en Marte descubrieron corrientes de agua líquida y hielo congelado. La sonda Cassini encontró glaciares masivos en Encélado, la luna de Saturno. El módulo de aterrizaje Phoenix confirmó la presencia de hielo de agua a solo tres centímetros por debajo de la superficie marciana. Estos descubrimientos revelan que los requisitos básicos para la vida (agua, compuestos orgánicos y fuentes de energía) parecen existir en todo nuestro sistema solar.
Los radiotelescopios han detectado más de 100 moléculas orgánicas en nubes de polvo interestelar, incluyendo aminoácidos y componentes de ácidos nucleicos. Estos hallazgos refuerzan la hipótesis de la panspermia, la idea de que los componentes básicos de la vida se distribuyen por el espacio, potencialmente sembrando planetas en toda la galaxia.

Pero ¿qué hay de las civilizaciones extraterrestres inteligentes? A pesar de décadas de informes sobre ovnis y programas SETI que transmiten mensajes al espacio, no existe evidencia confirmada de inteligencia extraterrestre. La mayoría de los avistamientos de ovnis tienen explicaciones convencionales, desde rayos globulares en la atmósfera hasta fenómenos de plasma en la termosfera. Los supuestos cuerpos extraterrestres presentados al Congreso de México en 2023 fueron rápidamente descartados como construcciones artificiales.
El desafío no es la falta de evidencia de los componentes básicos de la vida, sino demostrar que estos componentes realmente formaron organismos vivos en otros lugares. La presencia de componentes básicos de ADN en meteoritos de miles de millones de años no confirma la existencia de bacterias extraterrestres, solo que la química de la vida ocurre de forma natural en el espacio.
Aparece la inteligencia artificial. Nuevos algoritmos de IA pueden analizar la química de los meteoritos para distinguir el origen biológico del no biológico de los compuestos orgánicos. El aprendizaje automático ayuda a filtrar el ruido de las señales de radio e identificar biofirmas atmosféricas en exoplanetas distantes. Donde el análisis humano podría pasar por alto patrones sutiles en vastos conjuntos de datos, la IA destaca.
Hemos encontrado las piezas. Los componentes básicos de la vida existen en todo el espacio. Si esas piezas se ensamblaron para formar organismos vivos, microbianos o inteligentes, sigue siendo la pregunta más intrigante del universo.
Con información de International Journal of Astrobiology



