Según una nueva investigación, los campos magnéticos más grandes del universo podrían haberse cargado cuando las primeras estrellas comenzaron a brillar.
Los campos magnéticos están por todas partes en el universo, pero la mayoría de ellos surgen de un proceso llamado mecanismo dinamo. Se trata de cualquier proceso físico que puede tomar campos magnéticos y estirarlos, torcerlos y doblarlos unos sobre otros para hacerlos más fuertes. Por ejemplo, los procesos dinamo en el núcleo de la Tierra nos dan nuestro poderoso campo magnético.
Pero los astrónomos también encuentran campos magnéticos en las escalas más grandes, con campos débiles pero persistentes que se extienden a través de galaxias o incluso cúmulos de galaxias. Estos campos no suelen ser más fuertes que una millonésima parte de la fuerza de la Tierra, pero pueden alcanzar millones de años luz de longitud.
Los astrónomos se han preguntado durante mucho tiempo qué impulsó la creación de estos campos magnéticos, y un nuevo estudio publicado en el servidor de preimpresión arXiv ha presentado una hipótesis intrigante.
Cuando nuestro universo tenía solo unos pocos cientos de millones de años, las primeras estrellas comenzaron a brillar. Murieron rápidamente y sembraron el universo con pedazos de elementos más pesados, creando los primeros granos de polvo en el proceso.
Cuando la siguiente generación de estrellas entró en funcionamiento, su potente radiación brilló a través de todo el gas y el polvo que las rodeaba. Esa radiación era tan potente que literalmente podía empujar los granos de polvo.
Los granos de polvo estaban cargados eléctricamente y, una vez que comenzaron a moverse, crearon una corriente eléctrica débil pero de gran escala. Una corriente eléctrica da lugar naturalmente a un campo magnético. Al principio, este campo magnético era uniforme, pero con el tiempo los granos de polvo se agruparon aquí y allá, dando lugar a irregularidades que comenzaron a enredarse en el campo magnético.
Estos campos magnéticos eran increíblemente débiles, no más de una milmillonésima parte de la fuerza de la Tierra. Pero eran muy grandes, predicen los investigadores, al menos unos pocos miles de años luz de tamaño. Estas son las condiciones perfectas para permitir que los mecanismos de dinamo comiencen a amplificarlos y a extenderlos hasta su tamaño actual.
El escenario pintado por los investigadores es esencialmente una batería hecha de polvo que rodea a estrellas recién nacidas que se extiende por miles de años luz en el universo primitivo. Es una posibilidad fascinante, y los investigadores proponen que el próximo paso sea investigar cómo se desarrolla la evolución de estos campos en simulaciones detalladas de la evolución cósmica y comparar esos resultados con las observaciones.
Con información de arXiv
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