Las civilizaciones avanzadas podrían ser indistinguibles de la naturaleza

A veces, en ciencia, hay que dar un paso atrás y volver a examinar las hipótesis subyacentes. A veces es necesario cuando el progreso se estanca. Una de las cuestiones fundamentales de nuestros días se refiere a la paradoja de Fermi, la contradicción entre lo que parece ser una alta probabilidad de vida extraterrestre y la total falta de pruebas de su existencia.

¿Qué hipótesis subyacen a la paradoja?

La paradoja de Fermi se basa en el hecho de que nuestra galaxia alberga cientos de miles de millones de estrellas, y muchas o incluso la mayoría de ellas probablemente albergan múltiples planetas. La gran cantidad de planetas nos insta a concluir que la vida debería ser abundante y que parte de esta vida debe haber evolucionado hasta convertirse en seres conscientes como nosotros. Incluso si solo un pequeño porcentaje se convierte en civilizaciones tecnológicas capaces de viajar por el espacio, todavía debería haber muchas de ellas. Lo paradójico es que, si esto es cierto, debería haber pruebas. Deberíamos ver algún indicio de que están ahí fuera, o incluso deberían habernos contactado ya. Pero no es así.

Hay muchas soluciones propuestas para la paradoja. La principal es que la vida no es abundante y las civilizaciones tecnológicas son extremadamente raras. Podríamos ser los únicos. También está la solución del Gran Filtro, que establece que es inalcanzable dar algún paso crítico para convertirse en una civilización espacial que se extienda por toda la galaxia. Una catástrofe natural de algún tipo, nuestra propia estupidez y guerra, la inevitabilidad de que una singularidad de IA acabe con una civilización; se han propuesto muchas soluciones a la paradoja, pero nos quedamos con la duda.

Otro concepto relacionado con la paradoja de Fermi es la Escala de Kardashev. Mide los avances tecnológicos de las especies desde el Tipo 1 al Tipo 3. Una civilización de Tipo 1 puede aprovechar toda la energía disponible en un planeta, mientras que una civilización de Tipo 2 puede hacer lo mismo con una estrella entera. Una civilización de Tipo 3 en la Escala de Kardashev ha avanzado tanto que puede capturar toda la energía emitida por una galaxia entera. Es un marco para pensar en las civilizaciones en escalas de tiempo extraordinariamente largas.

Todo este pensamiento se sustenta en una premisa subyacente, que el investigador Lukáš Likavčan examina en un nuevo artículo de investigación. Likavčan es investigador del Centro de IA y Cultura de la Universidad de Nueva York en Shanghái y del Instituto Berggruen. La investigación se titula “La hierba del universo: replanteando la tecnosfera, la historia planetaria y la sostenibilidad con la paradoja de Fermi”.

El concepto de humanidades ambientales es parte del trasfondo de la investigación de Likavčan. Las humanidades ambientales son un campo interdisciplinario en el ámbito académico que examina las relaciones entre los seres humanos y el medio ambiente. Combina los estudios ambientales con humanidades como la historia y la literatura. Critica nuestras visiones antropocéntricas de la naturaleza e intenta comprender cómo pensamos sobre la naturaleza, cómo la representamos y cómo impactamos en los ecosistemas.

“SETI no es un punto de partida habitual para las humanidades ambientales”, escribe Likavčan. “Sin embargo, este artículo sostiene que las teorías que se originan en este campo tienen implicaciones directas en cómo pensamos sobre la habitabilidad viable de la Tierra. Para demostrar el impacto de SETI en las humanidades ambientales, este artículo presenta la paradoja de Fermi como una herramienta especulativa para investigar posibles trayectorias de la historia planetaria, y especialmente la “Solución de sostenibilidad” propuesta por Jacob Haqq-Misra y Seth Baum”.

Likavčan se refiere al artículo “LA SOLUCIÓN DE LA SOSTENIBILIDAD A LA PARADOJA DE FERMI”, en el que los investigadores Jacob Haqq-Misra y Seth Baum presentaron una solución a la paradoja que se había pasado por alto. Su solución de sostenibilidad afirma que no vemos ninguna evidencia de ETI porque el crecimiento rápido no es un patrón de desarrollo sostenible. Desde esta perspectiva, la escala de Kardashev se vuelve inútil. Ninguna civilización utilizará jamás toda la energía disponible de su planeta, estrella o galaxia, porque el crecimiento necesario para alcanzar ese nivel de dominio es insostenible.

“Al postular que el crecimiento exponencial no es un patrón de desarrollo sostenible, esta solución descarta las civilizaciones espaciales que colonizan sistemas solares o galaxias”, escribe Likavčan en relación con la solución de la sostenibilidad. Desarrolla la solución replanteando tres conceptos subyacentes: tecnosferas, historia planetaria y sostenibilidad.

Likavčan dice que la tecnosfera es solo una capa transitoria. No seguirá creciendo hasta que cada civilización construya una esfera de Dyson alrededor de su estrella para convertirse en una civilización de tipo 2 en la escala Kardashev. Eso simplemente no es sostenible. Tenemos un sesgo hacia esa forma de pensar porque desde nuestra perspectiva, nos estamos expandiendo en el espacio y el futuro parece brillante y casi ilimitado. Detrás de nosotros hay siglos de expansiones coloniales y décadas de progreso tecnológico asombrosamente rápido, por lo que es casi automático pensar que puede continuar. Pero las alarmas están sonando. El progreso tecnológico continuo puede muy bien ser insostenible.

“Como afirman los autores”, escribe Likavčan sobre la solución de sostenibilidad de Haqq-Misra y Baum, “la formulación de la paradoja de Fermi contiene una presuposición sesgada basada en la observación de una sola comunidad planetaria de especies inteligentes (es decir, los humanos), que a su vez se basa en una comprensión distorsionada de la historia humana, que supone que la historia se desarrolla en una serie progresiva de expansiones coloniales y civilizacionales”.

En este caso, es poco probable que nuestros esfuerzos por detectar otras civilizaciones a través de su tecnología tengan éxito. “La tecnosfera es una capa transitoria que se plegará de nuevo para convertirse en la biosfera”, escribe Likavčan.

Según Likavčan, también debemos repensar nuestras suposiciones sobre nuestra historia planetaria. Asumimos que lo que ha sucedido en la Tierra es “normal” y generalizado. La comunidad humana en nuestro planeta no es un suceso aislado, sino que se desarrolla en todas partes donde la vida evoluciona en un planeta adecuado en el lugar adecuado alrededor de una estrella adecuada.

En este sentido, Likavčan señala al autor de ciencia ficción Stanislaw Lem. En su novela Solaris, uno de los personajes de Lem dice: “Nosotros somos comunes, somos la hierba del universo, y nos enorgullecemos de nuestra comunidad, de que esté tan extendida, y pensábamos que podría abarcar todo”. Esta es la metáfora de la “hierba del universo”.

“La metáfora de la “hierba del universo” es central para este artículo, ya que reconoce la implicación ambiental crucial de la existencia potencial de vida inteligente en otras partes del universo, es decir, que la historia de la comunidad planetaria humana en la Tierra no es un suceso singular, sino que potencialmente se desarrolla a lo largo del cosmos en muchas permutaciones, condicionadas por el entorno de un sistema estelar determinado y el exoplaneta o exoplanetas habitados”, escribe Likavčan.

No sabemos hasta qué punto esto puede ser cierto o no, pero podemos reconocerlo como una suposición y abrir nuestro pensamiento a otras posibilidades.

La solución de sostenibilidad a la paradoja de Fermi esbozada por Haqq-Misra y Baum dice que “… la civilización humana necesita hacer la transición al desarrollo sostenible para evitar el colapso”. Parece haber cierta sabiduría inherente en esa afirmación. Puede incluso ser axiomática. Pero para Likavčan puede que no sea suficiente.

Aquí nos encontramos con el concepto de genesidad, introducido en un artículo de 2022. Va más allá de nuestras nociones de habitabilidad, que dependen en gran medida de la presencia de agua, con energía de una estrella e incluyendo los elementos CHNOPS (carbono, hidrógeno, nitrógeno, oxígeno, fósforo y azufre), considerados críticos para la vida. “Finalmente, en un esfuerzo por ser más inclusivos con la vida tal como no la conocemos, proponemos criterios tentativos para una caracterización más general y expansiva de la habitabilidad que llamamos genesidad”, escribieron los autores del artículo de 2022. La genesidad es básicamente la vida tal como no la conocemos.

Todo esto se suma a una comprensión diferente de las civilizaciones avanzadas que pueden sobrevivir de alguna manera, incluida la nuestra, si la humanidad tiene suerte. El planeta es primario y cualquier tecnosfera tendrá que ser armoniosa con las condiciones planetarias.

“En este sentido, la solución de sostenibilidad a la paradoja de Fermi contiene una enseñanza filosófica: cuenta la historia de la convergencia de la tecnosfera con las condiciones preexistentes del planeta, en lugar de la historia de su reemplazo o dominio”, escribe Likavčan.

En lugar de que los humanos sean lo principal, o incluso la vida existente, son los planetas los que lo son. Por lo tanto, una tecnosfera solo es sostenible cuando expande o fortalece la genética de un planeta. Eso coloca esfuerzos como SETI y nuestra comprensión de la trayectoria de nuestra propia civilización bajo una nueva luz.

“Dado que los planetas asumen el papel central en este marco normativo, este artículo propone seguir filosofías morales innovadoras, como la ética planetocéntrica”, explica Likavčan.

Desde esa perspectiva, la única tecnosfera exitosa es aquella que se repliega hacia la biosfera, lo que hace que sea muy difícil, incluso imposible, detectarla. ¿Significa eso que es hora de cerrar SETI y cualquier esfuerzo futuro similar? Por supuesto que no.

Necesitamos una mejor comprensión de cómo las tecnosferas podrían volver a convertirse en biosferas. No sólo en nuestro caso, sino desde una perspectiva más amplia. También necesitamos investigar más sobre las historias planetarias e intentar determinar qué partes de la nuestra podrían ser más genéricas y qué partes podrían no reflejar en absoluto a otros planetas con biosferas. Por último, todavía no sabemos cómo podría ser la vida tal como la conocemos. ¿La evolución siempre producirá “formas infinitas, las más bellas y maravillosas”, como dijo Darwin?

Nuestro problema es que tenemos muy poca información en la que basarnos. Naturalmente, miramos a nuestro alrededor y usamos nuestras circunstancias aquí en la Tierra como trampolín.

Sin embargo, mientras nos ocupamos de nuestras actividades, es importante examinar a veces nuestras suposiciones subyacentes, como muestra este artículo.

Con información de UniverseTiday