Científicos de la Facultad de Física de la Universidad de Vilna (VU), junto con colegas de Polonia y otros países, han identificado un exoplaneta: un gigante gaseoso ubicado lejos del centro galáctico. Este es tan solo el tercer descubrimiento de este tipo en toda la historia de las observaciones.
El descubrimiento es aún más excepcional debido al método empleado: el fenómeno conocido como microlente. Los resultados de las observaciones se han publicado en Astronomy & Astrophysics.
El tercer caso de este tipo en la historia
«Este tipo de trabajo requiere mucha experiencia, paciencia y, francamente, un poco de suerte. Hay que esperar mucho tiempo a que la estrella fuente y el objeto que ejerce la lente se alineen y luego verificar una enorme cantidad de datos. El 90 % de las estrellas observadas pulsan por diversas razones, y solo una minoría de los casos muestran el efecto de microlente», afirma el Dr. Marius Maskoliūnas, jefe del equipo de investigación lituano.
La microlente gravitacional es un fenómeno poco común, predicho por primera vez por Albert Einstein a principios del siglo XX. Se produce cuando un cuerpo masivo, como una estrella o un objeto oscuro e invisible, se posiciona brevemente frente a una estrella más distante. La luz de esta última se amplifica, como si la magnificara una lupa invisible. Esta «pulsación» luminosa temporal es lo que buscan los astrónomos al analizar grandes cantidades de datos.
Según el científico, la colaboración y el descubrimiento se produjeron casi por casualidad. Todo comenzó durante una visita a colegas del Observatorio Astronómico de la Universidad de Varsovia. Uno de los entusiastas del método, el profesor Lukasz Wyrzykowski, sugirió preparar un proyecto conjunto polaco-lituano. Su idea era simple: analizar los datos del telescopio Gaia de la Agencia Espacial Europea, verificarlos y complementarlos con observaciones terrestres. Los telescopios del Observatorio Astronómico Molėtai de la VU son adecuados para este propósito. El fenómeno que indicó la ubicación del planeta AT2021uey b se observó por primera vez en 2021. Tras verificar y analizar cuidadosamente los datos, los científicos finalmente determinaron que se trata de un gigante gaseoso ubicado a 3262 años luz de distancia, con una masa que alcanza 1,3 veces la de Júpiter. Orbita alrededor de una estrella enana M, una estrella relativamente pequeña y fría que completa una órbita cada 4170 días. Su inusual proporción de tamaño también contribuyó al descubrimiento del planeta; detectar un planeta similar a la Tierra habría sido mucho más difícil.
Como señala la profesora asociada Edita Stonkutė, líder del proyecto conjunto polaco-lituano en Lituania, no menos interesante es el lugar donde se detectó.

La mayoría de los efectos de microlente se registran en la parte más densa de la galaxia: en su centro y disco. Sin embargo, logramos encontrar este fenómeno de microlente bastante lejos del centro, en el llamado halo galáctico. Este es apenas el tercer planeta en la historia de las observaciones descubierto tan lejos del bulbo galáctico, afirma el investigador.
Un método de búsqueda prometedor
El primer planeta orbitando una estrella se descubrió hace exactamente tres décadas, en 1995. Desde entonces, se han confirmado casi 6000 más. Sin embargo, esta ciencia aún se considera relativamente joven, y los astrónomos amplían constantemente su conocimiento sobre el posible aspecto de los planetas y sus sistemas.
«Cuando se descubrió el primer planeta alrededor de una estrella similar al Sol, fue una gran sorpresa que este planeta, similar a Júpiter, estuviera tan cerca de su estrella. A medida que se acumulaban datos, aprendimos que muchos tipos de sistemas planetarios son completamente diferentes al nuestro: el sistema solar. Hemos tenido que replantearnos los modelos de formación planetaria en más de una ocasión», explica el Prof. Asociado E. Stonkutė.
El método de microlente es prometedor porque permite detectar lo inesperado o incluso lo invisible. El Dr. M. Maskoliūnas nos recuerda que si sumáramos toda la masa visible de la Vía Láctea, obtendríamos, en el mejor de los casos, una décima parte de la masa total. En otras palabras, el 90% restante sigue siendo invisible para nosotros. La microlente nos permite desvelar parcialmente este misterio.
«Lo que me fascina de este método es que puede detectar esos cuerpos invisibles. Otros métodos funcionan como receptores selectivos que, como si se tratara de una lupa, se enfocan en una zona cósmica específica que nos interesa. Pero en este caso, esencialmente estamos midiendo sombras. Una comparación muy simplificada: estamos midiendo la duración de la sombra de un objeto en movimiento.
«Imagina un pájaro volando cerca de ti. No lo ves en sí y no sabes de qué color es, solo su sombra. Pero a partir de ella, puedes determinar, con cierto grado de probabilidad, si era un gorrión o un cisne y a qué distancia de nosotros. Es un proceso increíblemente intrigante», afirma el científico.
Con información de Astronomy & Astrophysics
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