Los planetas rocosos como la Tierra podrían ser mucho más comunes de lo que se creía, según una nueva investigación publicada en la revista Science Advances. Esta sugiere que, cuando se formó nuestro sistema solar, una supernova cercana (la explosión masiva de una estrella cerca del final de su vida) lo bañó con rayos cósmicos que contenían los componentes radiactivos necesarios para crear mundos rocosos y secos. Este mecanismo podría ser omnipresente en toda la galaxia.
Se cree que los planetas similares a la Tierra se forman a partir de planetesimales (objetos compuestos de roca y hielo) que se secaron en las primeras etapas de la historia del sistema solar. Este proceso requirió mucho calor, proveniente principalmente de la desintegración radiactiva de radionucleidos de vida corta (SLR), como el aluminio-26. Análisis previos de meteoritos, que constituyen registros antiguos del sistema solar primitivo, confirmaron la abundancia de SLR en esa época.
Defectos en los modelos anteriores
Sin embargo, los modelos que explican las supernovas como la única fuente de estos SLR no pueden reflejar con precisión la cantidad de nucleótidos presentes en los meteoritos. Para liberar suficiente material radiactivo, la supernova tendría que estar tan cerca del sistema solar primitivo que habría destruido el disco de polvo y gas donde se formaban los planetas.

Para resolver este misterio, Ryo Sawada, de la Universidad de Tokio, y sus colegas propusieron un nuevo concepto: el mecanismo de inmersión. El equipo modeló una supernova que explotó a unos 3,2 años luz de distancia, una distancia lo suficientemente segura como para no destruir el disco de formación planetaria. Al explotar, creó una onda de choque que aceleró partículas, principalmente protones, atrapándolas como rayos cósmicos.
Según el modelo, los rayos cósmicos se liberaban de dos maneras. Primero, la supernova inyectó directamente algunos, como el hierro-60, en el disco en forma de granos de polvo. Segundo, los rayos cósmicos colisionaron con materiales estables del disco a energías tan altas que desencadenaron reacciones nucleares que produjeron otros rayos cósmicos, como el aluminio-26.
¿Hay alguien ahí fuera?
Cuando el equipo ejecutó su modelo, descubrió que coincidía con la cantidad de materiales radiactivos presentes en los meteoritos. Esta investigación podría tener profundas implicaciones para la búsqueda de vida en el universo, como afirma el equipo en su artículo: «Nuestros resultados sugieren que los planetas rocosos similares a la Tierra y pobres en agua podrían ser más frecuentes en la galaxia de lo que se creía, dado que la abundancia de 26Al desempeña un papel clave en la regulación de los balances hídricos planetarios».
Según los autores del estudio, entre el 10 % y el 50 % de las estrellas similares al Sol podrían haber albergado discos de formación planetaria con abundancias de aumento del nivel del mar (SLR) similares a las de nuestro sistema solar. Esto sugiere que existe un mayor número de mundos rocosos potencialmente habitables en el espacio.
Con información de Science
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