Investigadores de la Universidad Metropolitana de Osaka han observado “estrellas bebés” en la Pequeña Nube de Magallanes, en un entorno similar al del universo primitivo. Cerca de una de las estrellas bebés encontraron un flujo molecular, que tiene propiedades similares a las que se ven en la galaxia de la Vía Láctea, lo que brinda una nueva perspectiva sobre el nacimiento de las estrellas.
Los elementos pesados de la materia interestelar tienen un impacto significativo en el mecanismo de formación estelar. En el universo primitivo, la abundancia de elementos pesados era menor que en el universo actual porque no había tiempo suficiente para que la nucleosíntesis produjera elementos pesados en las estrellas. No se ha entendido bien cómo la formación estelar en tal entorno difiere de la formación estelar actual.
Un equipo internacional dirigido por el profesor Toshikazu Onishi, de la Universidad Metropolitana de Osaka, y el profesor asistente de proyecto Kazuki Tokuda, de la Universidad de Kyushu/NAOJ, utilizó el Atacama Large Millimeter/submillimeter Array (ALMA) para observar objetos estelares jóvenes de gran masa en la Pequeña Nube de Magallanes.
La Pequeña Nube de Magallanes se caracteriza por una baja abundancia de elementos más pesados que el helio, similar a las galaxias de hace 10 mil millones de años. El objetivo proporciona una vista de observación detallada gracias a la distancia relativamente cercana de la tierra. En su estudio publicado en The Astrophysical Journal Letters, los investigadores detectaron una corriente de gas bipolar saliendo de la “estrella bebé” Y246 y determinaron que el flujo molecular tiene una velocidad de más de 54.000 km/h en ambas direcciones.
En el universo actual, se cree que las “estrellas bebés” en crecimiento tienen su movimiento de rotación suprimido por este flujo molecular durante la contracción gravitacional, lo que acelera el crecimiento de la estrella. El descubrimiento del mismo fenómeno en la Pequeña Nube de Magallanes sugiere que este proceso de formación de estrellas ha sido común durante los últimos 10 mil millones de años. El equipo también espera que este descubrimiento aporte nuevas perspectivas al estudio de las estrellas y la formación de planetas.
Con información de Universidad de Osaka