Durante los últimos 10 años, el rover Curiosity de la NASA ha estado recorriendo la superficie de Marte, tomando fotos en su búsqueda por comprender la historia y la geología del planeta rojo y tal vez incluso encontrar señales de vida.
La semana pasada tomó una foto que parecía mostrar una entrada excavada en la roca. Es el tipo de cosa que en la Tierra podría indicar un búnker subterráneo, como un refugio antiaéreo.
Ver no siempre es creer
A primera vista, la imagen es totalmente convincente. A segunda vista, tal vez no. El pasaje parece recorrer un corto camino antes de que el techo que desciende abruptamente se encuentre con el piso.
Y luego esos aguafiestas de la NASA nos dicen que solo mide unos 45 cm de alto. Aún así, ¿quién dijo que los marcianos tenían que tener la misma altura que nosotros? Pero luego los geólogos señalan que se pueden ver varias fracturas en línea recta en este sitio, y la “entrada” es donde se cruzan.
Una pena. Habría sido tan emocionante si hubiera sido una puerta real. En cambio, une la cara de Marte, la cuchara de Marte, el cubo de la Luna y todas las demás cosas que se ven en las fotos del espacio que resultan no ser tan emocionantes como pensábamos.
Caras en las nubes
Peor aún, la “puerta” se une a la lista aún más larga de imágenes extravagantes como el copo de maíz que se parece a Australia, los gatos que se parecen a Hitler, etc. ¿Y quién no ha visto una cara en las nubes?
La triste realidad es que cuando se les presenta una imagen poco clara o poco familiar, los humanos intentan convertirla en un objeto de aspecto familiar. Los científicos llaman a nuestra tendencia a hacer esto “pareidolia”.
Es fácil entender por qué sucede. Probablemente desarrollamos esta tendencia porque detectar cosas importantes como depredadores o caras, incluso cuando la luz es escasa o están parcialmente oscurecidas, nos dio una ventaja. Y obtener falsos positivos (ver un depredador donde no lo hay) es mejor que no ver a un depredador que luego te come.